El gran negocio de las medicinas
Escuchar casos como el que recientemente está causando un gran repudio social por decir lo menos, de los niños a quienes presuntamente trataban con soluciones chatarra en lugar de administrarles el medicamento adecuado para su enfermedad, pues es un recordatorio de que la raza humana puede llegar a estar muy enferma y que tales actos de corrupción son de lo más vil que se pueda ver. Lo más grotesco es que aun con todo lo que este caso significa para el presente, es algo que desafortunadamente se viene dando por la corrupción imperante y por mentes siniestras que buscan beneficio propio a costa de la salud e integridad física y mental de otros. Desde compras de medicinas patito, caducas, inflada de precios para comprarlas hasta el triple de su valor para después repartirse las ganancias y muchas veces estas mismas pasando a manos de consultorios privados en lugar de ir a los organismos de salud públicos, falsificación de compras….etc. etc. etc.
Todas estas deplorables acciones han sido parte de un sistema de vergüenza en el cual han tenido participación hasta personas que gozaron de una muy buena imagen pública pero que por debajo del agua hacían negocios turbios para enriquecerse a costa de la salud y hasta vidas humanas. Lo increíble es que muchas de estas bestias más allá de sentir remordimiento, se les podían y puede ver, muy contentos en sus clubes privados, camionetas de lujo, quintas, ranchos, etc. Ellos si gozándola, mientras miles de compatriotas sufren. Bueno pero que esperábamos en una sociedad tan complaciente, en una esfera donde todo eso más allá de prohibirse, se alentaba para repartición del botín. Muchos de los casos se tapan y otros quedan en el olvido, por ser los afectados personas de escasos recursos y muchos con una ignorancia en temas de sus derechos individuales.
Vivimos en un país donde más de la mitad de la población es de escasos recursos, con una desigualdad tremenda, en donde el dinero que debería ir a la salud pública, se destina a otros rubros, se roba o se gasta pero sin resultados esperanzadores. ¿O que, a poco ya se mejoró en eso? Mi respeto a toda aquella gente digna que día a día se esmeran por ayudar a los demás; enfermeras, médicos, doctores, socorristas, anestesiólogos, etc. Y para los desalmados y podridos del alma que comercian para sí en lugar de ayudar a los demás, les recuerdo que algún día unos de sus seres queridos se les puede ofrecer una atención médica y que por azares del gran destino o karma, pueden ser ellos a los que les falten esas medicinas o a los que les administren agua en sus venas.
¡Caramba México, en que fregados nos estamos convirtiendo!
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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