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México: Humor social o clima emocional

Por: Alberto Rivera El Día Domingo 15 de Enero del 2017 a las 22:03

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La sociedad mexicana hoy más que nunca está enredada entre el enojo, el temor y la incertidumbre; está molesta y desde la lógica de las emociones y percepciones tiene colmadas razones para justificar su descontento y hartazgo. Muchos afirman que México vive entre el miedo y la esperanza, y si esto es correcto, es necesario distinguir entre cultura emocional y clima emocional. El primer concepto hace alusión a un estado emocional más duradero que caracteriza a una sociedad, mientras que el segundo se refiere a una situación emocional transitoria, que se encuentra como una especie de capa, interactuando sobre la cultura emocional.

Uno de los aspectos en los que se tendría que profundizar sería si el clima emocional de México está caracterizado hoy en día por el miedo, el enojo, la incertidumbre o la esperanza y cuáles características de nuestra cultura emocional se están viendo reforzadas, cuestionadas, en tensión o incluso modificadas. Por ejemplo, hay muchos estudios sobre la cultura emocional mexicana que ponen de manifiesto la propensión a evitar la incertidumbre. Al mismo tiempo, estudios sobre el miedo señalan que las personas temerosas son menos proclives a escoger opciones inciertas… Y el cambio social ¿no es un terreno incierto?

Así como los individuos podemos estar caracterizados por una emoción dominante, las sociedades también pueden desarrollar una orientación emocional colectiva. El siguiente supuesto está basado en el anterior: hay una relación pivotal entre el contexto social, los pensamientos del individuo, sus emociones y las respuestas que tenemos hacia dicho contexto.

El contexto actual está generando en nuestro país reacciones emocionales como el enojo, la ira, el miedo y en algunos sectores esperanza. La socialización de experiencias no gratas en el ámbito económico, político y social, a través de los medios de comunicación y del intercambio cotidiano amplifica o reproduce estas reacciones emocionales o conductuales, que a su vez se ven reflejadas en productos culturales y en actitudes frente al orden y el cambio social.

Está hipótesis adquiere un matiz importante cuando introducimos la concreción del enojo, del miedo y la esperanza por lo que son y por lo que implican socialmente.

El miedo y el enojo tienen una base fisiológica, mientras que la esperanza no; el miedo y el enojo pueden ser procesados de manera inconsciente, mientras que la esperanza requiere actividad cognitiva consciente; el miedo y el enojo, básicamente, se activan de manera automática, mientras que la esperanza está basada en el pensamiento y requiere varias habilidades cognitivias, tales como creatividad y flexibilidad. El miedo y el enojo están anclados en el presente percibido como amenazante, a menudo basado en la memoria de las amenazas pasadas; la esperanza está basada en la positiva imaginación del futuro. El miedo y el enojo conducen a conductas agresivas, de protección, que se han usado en el pasado; la esperanza requiere nuevas conductas para lograr la meta deseada y valorada como positiva.

El enojo que hoy aqueja a muchos de los mexicanos, se hizo presente en 1968, en aquel entonces hubo claras manifestaciones de rechazo al gobierno en turno. La diferencia del enojo del 68 al actual, radica en su segmentación: la actual molestia de los mexicanos esta inmersa en todos los segmentos de la sociedad, en 1968 se concentró en sectores de las clases medias.

Un sector muy amplio de la clase política, sigue o seguimos actuando como lo aprendimos en el pasado. No nos damos cuenta o no queremos hacerlo, que el contexto social genera formas de pensar en los ciudadanos, que dichos pensamientos generan emociones y que las emociones provocan reacciones ante lo que acontece. El México que muchas veces imaginamos ya quedo atrás.

La clase política de cualquier ideología, partido o color de cara a la nueva sociedad debe cambiar las frases de “somos corruptos, pero eficaces” o “somos corruptos, pero sabemos hacer las cosas”. Ahora la sociedad, como siempre debió haber sido, sólo ve que son corruptos. No hay más.

En estos nuevos tiempos, la sociedad asume que los políticos pueden y deben ser honestos, capaces y disciplinados. Ésa es su obligación. Si no  el rechazo de la sociedad es evidente.

Ahora la sociedad entiende que los servidores públicos están para servir y no para servirse del poder. La sociedad no admite el despotismo de los que participamos en la política. Nos ha perdido el miedo. Las redes sociales actúan como un catalizador de denuncia y condena permanente al abuso del poder. Este desencuentro, cada vez más profundo, entre la nueva sociedad y los políticos, produce el humor social o el clima emocional como usted lo quiera denominar que hoy predomina en nuestro país. Lo positivo de lo negativo de este entorno, radica, para quienes queremos un mejor presente para nuestros hijos, revela la existencia de otra sociedad. Pero que debe ser una sociedad más educada, más sensata y más participativa.

@Alberto_Rivera2

Alberto Rivera

Construyo procesos de comunicación siendo y haciendo cosas diferentes, provocando emociones y moviendo conciencias hacia la participación social y política.

Ayudo a potenciar marcas de proyectos políticos y gubernamentales a través del descubrimiento de insights, arquetipos de marca y estrategias de comunicación política.

Soy consultor, catedrático y speaker en Estrategias de Campaña Política y de Gobierno. Director General de Visión Global Estrategias.

Soy originario de Tampico, Tamaulipas y cuento con una Maestría en Educación, Maestría en Política y Gobierno y Doctorado en Filosofía; además de tener diversas especializaciones en Comunicación Política, Consultoría Política e Imagen.

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