¡Ahora o nunca México!
Tenemos la gran oportunidad todos de poder conducir correctamente el destino de nuestra gran nación y en el caso de los que radican aquí en Tamaulipas, de nuestro hermoso pero azotado estado. Es por demás evidente que la molestia ciudadana no es fruto de solo el accionar de los que hoy “ejercen el poder” sino una conglomeración de años de hartazgo, malestar en conjunto con una pasividad social. No se trata de llegar a un punto en donde se pierda el control y que se permita que prevalezca el desorden y la violencia por encima de la cordura y el orden, la inseguridad está de por sí fuerte y no hay que alimentarla más. El perder el control solo llevará a que se juzgue malamente a una más que justificable crítica ciudadana y dará píe para que tergiversen las cosas.
Quizá dirán que es más fácil dicho que hecho pero las consecuencias de no encausar correctamente el malestar pudieran llegar a ser por demás lamentables. Si yo estoy enojado con el sistema, tengo un mal día de trabajo o ando que no me calienta el sol como se dice, no voy a ir a desquitarme con alguien más y menos destrozar o atracar propiedad ajena. Si un perro defeca en el pasto del patio de mi casa, no tengo por qué aventársela o embarrársela al vecino. No hay que confundir una exacerbación colectiva con desquitarse con lo ajeno, denostando complejos propios o una clara falta de valores en lugar de mitigar el sentimiento con cordura y racionalidad.
Expresar, vociferar o gritar ¡Que chixxxx….. Peña Nieto, gobierno corrupto.. pin…congresistas traidores, etc. etc. Quizá no sea la acción más correcta pero es nuestra libertad de expresión y mientras no se hiera a nadie, no hay problema, reitero, no es lo más recomendable pero es una manera de desahogar. Pero también se puede conjuntar voluntades, firmas, crear resistencia pacífica e intelectual, se pueden optar por muchas maneras para plasmar un desencanto y ser partícipe a su vez de una solución. No basta con injuriar pomposamente y después no hacer nada al respecto, con jactarse de saber que se pueden hacer muchas cosas diferentes y no procurar llevarlas a cabo. Mentar madres es un pasatiempo muy arraigado en la cultura del mexicano, como tan arraigado es nuestra pasividad social colectiva en cuanto a la organización de propuestas y soluciones a nuestros problemas.
Nadie va a venir a arreglarnos los problemas, somos todos nosotros los que tenemos que hacerlo por el bien de cada cual y de la nación. Es tiempo de desechar todo aquello malo, que históricamente arrastramos y dar paso a una época de mayor esperanza y prosperidad. Hay que prender la mecha del fuego del cambio, pero hay que apretar firmemente el mango de la antorcha y levantar nuestros brazos para que se note pero siempre cuidando no quemar a nadie y menos atacar con ella. La verdadera hoguera de la justicia vendrá el día en que comprendamos que el poder radica no en la fuerza física sino en la espiritual.
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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