El arte de la guerra en las elecciones
La similitud entre los sistemas simbólicos de la guerra y la comunicación política no son obra de la casualidad. La competencia electoral vino a sustituir a la guerra en términos de la lucha por la expansión de las ideologías y grupos de poder sobre recursos, en su mayoría, escasos. Las batallas se dan en la mente y en los corazones de los electores. El terreno a conquistar es la percepción y el ejército son los simpatizantes y activistas que han depositado su confianza en un proyecto político. A ellos hay que hacerles llegar las armas, nuestro MENSAJE. Hemos convertido así, las palabras y las imágenes en armas de alto calibre. El botín ya no es un botín, hoy es un voto.
Mao TséTung coincide de alguna forma con Karl Von Clausewitz cuando dice que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. La comunicación política se trata de construir mayorías a través del diálogo, de la difusión creativa de ideas, antiguas y nuevas, a través de los medios de comunicación que las sociedades utilizan para informarse y entretenerse. Se trata de ganar la guerra sumando la voluntad de una mayoría dispuesta a confiar en el liderazgo de una persona o partido para la construcción de un futuro mejor.
En otras palabras, las campañas electorales y la guerra persiguen el mismo fin, pero con distintos medios. Al final del día, ambas pretenden llegar al mismo lugar: constituir la autoridad de un grupo más o menos homogéneo de personas dentro de un territorio determinado.
Por otro lado, la táctica y la estrategia son cosa diaria en la guerra y en las elecciones. En ambos casos, el éxito o el fracaso de un general, o de un candidato, dependerá en gran medida de su capacidad de planear estratégicamente cada uno de sus avances hacia el objetivo final, así como las tácticas diarias que le permitan mantener el rumbo para no desviarse del camino.
Las diferencias tienen que ver primordialmente con las formas de conquista, así como con los territorios por conquistar. En una batalla por ejemplo, se buscan posiciones para que la infantería ataque con ventaja a los ejércitos enemigos, por lo que, el territorio y su topografía juegan un papel fundamental. En tanto en una elección, los espacios a ocupar no siempre son territoriales, más bien la mayoría de las veces se trata de espacios en los medios de comunicación desde donde los candidatos tienen que bombardear a los electores con sus mensajes.
En este sentido, mientras que en la guerra el arma más potente es la fuerza, en las elecciones es el MENSAJE. El MENSAJE es como la pólvora. Puede ser utilizado en misiles o revólveres. En la voz de un líder o candidato y lanzado desde la montaña de CNN o de HOY TAMAULIPAS hacia todo el mundo o todo el estado, utilizando las nuevas tecnologías en especial las Redes Sociales o en pequeños impresos que se entregan de mano en mano y se leen dentro de una comunidad especifica.
Twitter: @Alberto_Rivera2
Alberto Rivera
Construyo procesos de comunicación siendo y haciendo cosas diferentes, provocando emociones y moviendo conciencias hacia la participación social y política.
Ayudo a potenciar marcas de proyectos políticos y gubernamentales a través del descubrimiento de insights, arquetipos de marca y estrategias de comunicación política.
Soy consultor, catedrático y speaker en Estrategias de Campaña Política y de Gobierno. Director General de Visión Global Estrategias.
Soy originario de Tampico, Tamaulipas y cuento con una Maestría en Educación, Maestría en Política y Gobierno y Doctorado en Filosofía; además de tener diversas especializaciones en Comunicación Política, Consultoría Política e Imagen.
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