México, (Notimex).- A unos días de su estreno, la orquesta y el reparto del musical “El hombre de la mancha” ensayan por primera vez toda la partitura en el Teatro de los Insurgentes de esta ciudad.

Se trató del “sitzprobe”, momento íntimo que por lo regular se realiza en secrecía, pero en un afán por romper los esquemas, los productores Tina Galindo, Claudio Carrera, Ocesa y Morris Gilbert convocaron a la prensa y patrocinadores para disfrutar el acontecimiento.

Antes de iniciar el ensayo, el elenco se presentó uno a uno ante la orquesta, compuesta por 16 músicos, y viceversa. La obertura fue el primer número y significó un momento mágico e irrepetible para los espectadores ahí presentes.

“Yo soy Benny Ibarra, interpreto a ‘Cervantes' y a ‘Don Quijote'”, expresó el cantante, quien encabeza a los actores de esta gran producción que afina los detalles para levantar su telón este 28 de septiembre.

“Me puse nervioso”, expresó el ex Timbiriche durante una pausa del ensayo que inició con “Yo, soy Don Quijote” (Man of La Mancha. I, Don Quixote) a dueto con Carlos Corona en el papel de “Sancho Panza”.

Ibarra sabe que aún debe prepararse para imprimirle fuerza y volumen a su interpretación, no obstante, posee el carisma que se requiere y su trayectoria artística lo respalda, tanto que en las equivocaciones supo improvisar.

En el caso de Ana Brenda Contreras, la protagonista femenina, sorprendió como “Aldonza” mediante el tema “Todos los hombres son lo mismo” (It's all the same). La actriz lució entonada y con seguridad.

Mientras los carpinteros y pintores continuaban su trabajo para levantar el escenario de “El hombre de la mancha”, el productor Morris Gibert explicó que la cuenta regresiva no se detiene y que diversos equipos laboran de tiempo completo para que todo quede listo según lo programado.

En total son 200 las personas que desde hace seis meses hacen posible la construcción del mundo cervantino, bajo la dirección de Mauricio García Lozano y el diseño de escenografía a cargo de Jorge Ballina.

Fue el escenógrafo quien explicó que las acciones principales ocurren en una cárcel situada en la España del siglo XVI y misma que está inspirada en la cárcel Real de Sevilla, donde Miguel de Cervantes fue recluido por la Inquisición.

Con el aún persistente olor a pintura y barniz sobre madera, Ballina indicó que suceden dos planos escenográficos: uno es la cárcel y, al mismo tiempo, se observan los corrales españoles, que no son más que los espacios del Siglo de Oro español en donde representaban las obras de Cervantes y otros dramaturgos.

“No es la típica cárcel que vemos en las películas, es una especie de híbrido de la cárcel y del corral. Por un lado, está el contenedor de los presos que harán una representación teatral y se apoyan de objetos tirados como costales, telas, trapos, canastas y tablas.

“Es un ejercicio de imaginación porque con tres palitos y unas tablas se construyen todos los lugares como los campos con molinos de La Mancha, las habitaciones, la cocina, la recámara, los patios de la venta, la iglesia y la casa de la familia Quijano”, precisó.

Es un juego teatral, dice, porque el público, con su imaginación, termina completando los lugares en donde sucede la acción.

“Porque la obra es un homenaje al teatro, es la muestra de cómo se puede escapar de una realidad fea y adversa viendo la vida con unos ojos más positivos y con ilusión para poder cambiar al mundo”, apuntó Ballina.

Con el apoyo de 30 personas, entre constructores, pintores y técnicos, la escenografía realizará 10 cambios integrales con movimiento de puentes y ventanas, pero el mayor número de transformaciones (aproximadamente medio centenar) la realizan los actores a la vista del público.

“La puesta en escena es una obra de arte. Cada instante está cuidado al máximo desde todos los puntos de vista de todos los departamentos”, destacó Morris Gilbert.