El autor del himno gay
A mediados de la centuria pasada nuestro país era conocido en el mundo por las canciones que interpretaba el célebre Pedro Infante, pero, desde finales del XX y principios del siglo XXI, la fama de México radicó en la letra y la música de Juan Gabriel (QEPD) a quien la mayoría amamos y respetamos durante buena parte de nuestras vidas lo que le hace merecedor del anunciado homenaje en el palacio de las Bellas Artes, el museo en el que se convertirá su casa en Ciudad Juárez y de las lágrimas sinceras del pueblo michoacano que le vio nacer.
Aunque su arte permeó a todas las clases sociales, hay que destacar que Juanga, como se le dice cariñosamente, es un icono del proletariado ya que obreros, campesinos y todas las clases trabajadoras eran los que llenaban los espacios donde se presentaba, pero también fue amado por los marginados y los estigmatizados entre los que se puede mencionar a los mendigos, los huérfanos, las sirvientas, los abandonados, los alcohólicos, los drogadictos, las lesbianas, los homosexuales en general.
Crecimos tarareando No tengo dinero, El Noa Noa, Yo no nací para amar, Amor Eterno, La farsante y muchos temas más, sin embargo, es Querida uno de los temas favoritos de las masas; curiosamente la gente de todas las tendencias berrea cuando la escucha, aunque algunos expertos consideran que se trata de una canción emblemática al grado de considerarse como un himno de la comunidad gay que tenía a Juanga como uno de sus principales estandartes.
Es posible que a muchas personas les disguste el estilo de Juan Gabriel, pero la prudencia les hizo mantener la discreción ante el fallecimiento del artista ya que nadie en su sano juicio podrá negar que hemos perdido a un genuino representante de la cultura popular pues pasarán muchos años, quizá décadas, para que surja un ídolo de la talla del legendario Divo de Juárez.
En ese contexto, es explicable que las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de México hayan aceptado la renuncia del ya extitular de TV UNAM, Nicolás Alvarado, quien publicó un artículo ofendiendo a Juan Gabriel con palabras homófobas mismas que le costaron el cargo que había obtenido recientemente lo cual honra a la máxima casa de estudios del país que se ha ganado a pulso un lugar como baluarte privilegiado de la diversidad.
Para concluir esta parte de la columna de homenaje a Juanga quiero narrar un par de anécdotas que explican en parte la serie de reconocimientos que pueblos y gobiernos de México y otros países rinden por estos días al autor de temas entrañables, al hombre altruista, al defensor de los huérfanos, el benefactor de las viudas, el consuelo de los afligidos, el ídolo de los abandonados, el líder moral, informal pero indiscutible, del movimiento gay en Latinoamérica.
En septiembre de 1990 viajé a Europa para cubrir una serie de acontecimientos culturales para El Diario de Ciudad Victoria y estando en España, recorriendo la Gran Vía de Madrid, adquirí varios diarios (El País, ABC y otros que no recuerdo) porque me llamó la atención que en sus páginas destacaban, algunos en sus portadas, la información con una gran fotografía de Juan Gabriel entrando a un teatro madrileño del brazo de Isabel Pantoja; esa fue la primera vez que me sentí orgulloso de Juanga pero no lo dije, por eso lo escribo ahora.
La segunda anécdota tuvo lugar hace poco más de un mes (a fines de julio) en Barcelona donde terminábamos parte del viaje vacacional por ciudades del Mediterráneo con un grupo de latinoamericanos y ahí, en la capital de Cataluña, se incorporaron al tour varias familias argentinas que viajarían con nosotros a Zaragoza y cuando nos presentamos con los nuevos viajeros y ellos se enteraron que había mexicanos en el autobús, se nos acercaron tres señoras cincuentonas y, con la mejor de sus sonrisas musitaron: nos gusta mucho Juan Gabriel.
En otro escenario, la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), a través de la Dirección de Difusión Cultural, en coordinación con el Gobierno del Estado, a través del Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes (ITCA), fomentan la literatura y la lectura mediante el Festival de la Palabra que se desarrolló exitosamente en diversas localidades de la entidad a fines de agosto del año en curso.
La mañana del viernes 19, en el auditorio de la Facultad de Comercio y Administración Victoria (FCAV), se realizó la presentación del libro Retorno al hogar de la autoría de la destacada poeta tamaulipeca Lizette Álvarez, quien compartió sus vivencias literarias, leyó algunas de sus propias líneas, contestó preguntas del público, firmó libros que se distribuyeron a decenas de alumnos y se dijo orgullosa de estar en su Alma Máter, en el mismo espacio donde presentó su examen profesional.
Se autodefinió como adicta a la lectura, que sus libros son consecuencia de haber nacido dentro de una familia de lectores y que está orgullosa de su versatilidad ya que ha combinado su carrera como administradora con la escritura literaria y periodística, además de dedicarse parcialmente a la redacción de discursos oficiales y a la promoción cultural.
Con la representación del Rector Enrique Etienne Pérez del Río, el acontecimiento literario contó con la presencia del maestro Bernabé Nakashima Corona, responsable de la Secretaría de Extensión y Vinculación, quien estuvo acompañado por la titular de Difusión Cultural, Juana Adela Tamez Haces y por el director de la FCAV, José Antonio Serna Hinojosa quienes estuvieron presentes durante la lectura y en la firma de libros que tuvo lugar luego de la presentación.
Sobre la autora victorense, otros escritores han opinado: “le acompañaba una manada de lobos”, José Luis Velarde; “una chica que promete ser una de las voces más poéticas de este principio de siglo”, Sergio-Jesús Rodríguez; “la poesía para quien sabe bien leerla y escribirla”, Daniel Leyva; “esa sonrisa que revienta como una flor al comenzar el día”, Jesús Bartolo; “la alegría de encontrarte en el camino de Pitic”, Federico Campbell.
“Mi agradecimiento por su generosidad y por apostarle con el alma a este oficio de tinieblas”, Luis Aguilar; “una gurú para poetas”, Celeste Alba Iris; “compañía insuperable”, Luis Alfredo Gastélum; “en la amistad y en la poesía”, Rosa María Peraza; “alegría de reencontrarla”, Elsa Cross; “mi musa involuntaria”, Christopher Amador, son algunas otras expresiones de sus colegas.
Destaca en la bibliografía de Lizette Álvarez: La batalla de los quince, Gobierno municipal de Victoria, Poesía (1993); El espacio perfecto, Universidad Autónoma de Tamaulipas, Poesía (2000); Guía para aprendiz de poeta, Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes, Ensayo (2007); más otros siete títulos en coautoría de narrativa y poesía.
En un libro que, confiesa, se dedicó a sí misma, Lizette escribe: “con la llovizna creo que comer galletas fue más fácil que buscarme en lluvia ajena, interpretar el agua tinta derramada, agua que me petrifica, agua escurridiza me sigue por debajo de la puerta, agua en los techos de las casas”.
Correo: amlogtz@prodigy.net.mx
Ambrocio López Gutiérrez
Periodista y Sociólogo.
Columnista en diversos medios electrónicos e impresos.
Redactor en el equipo de Prensa de la UAT.
Profesor de horario libre en la UAM de Ciencias, Educación y Humanidades.
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