Las voces que callan…
A través de nuestra historia nacional, podemos ver una triste pero clara tendencia hacía un paternalismo social, hacia una sumisión arraigada, un muy curioso patrón que se presenta como parte de nuestra idiosincrasia. Se han escrito diversos textos sobre esto, desde los tiempos en que fuimos sometidos y engañados con espejos, hasta nuestra realidad actual. Aún que a lo largo de nuestra historia existieron momentos en que valientes connacionales alzaron la voz y hasta tomaron las armas para tratar de quitarnos del yugo o manto opresor, pareciera que la tan ansiada justicia social todavía no se palpa entre muchos, al contrario a veces se siente que vamos de mal en peor.
¿Qué nos pasa, por qué seguimos siendo así?
Es una pregunta que muchas veces me he hecho y que aunque quisiera soslayar la evidente respuesta, caigo en la inequívoca conclusión de que por mucho que digamos que no nos dejamos, simplemente por omisión, miedo o por intereses personales terminamos callando. Pero eso sí, en reuniones y ni se diga cuando se mezcla con el elixir alcohólico, aflora el lado crítico, nos comemos al mundo, muchos cansándose de injuriar a aquellos a los cuales rencor u odio guardan, casi casi con la pura ira, derrocamos el sistema. Si, así pasa mucho pero también casi siempre queda en el fervor del momento, ya que al otro día se continúa con la cotidianidad y sumisión en el accionar y en el pensamiento.
Muchos culpan a mil cosas menos a la falta de valor de alzar la voz, viven sus vidas en constante queja pero sin hacer nada para remediarlo. Esperan que alguien aparezca y tome la batuta y primero sea él quien se atreva y si ven que le fue bien, ahora sí se animan a seguirlo y muchas veces ni eso. Surgen destellos de mentes críticas y liberales pero hasta los mismos medios que a diario enfatizan las fallas del sistema o las tragedias sociales, terminan (los que se corrompen) siendo voces silentes, por instrucciones superiores o por intereses perversos de un sistema que no gusta que lo pongan en predicamento, el mismo que apuesta por la falta de valores y ética de los que se venden, en lugar de pregonar por una apertura democrática, recordando que vivimos en una sociedad con libertad de expresión y pensamiento, como claramente lo marca la constitución; Bueno, al menos así lo marcan los artículos seis y siete.
Bien dice el dicho que peca igual el que mata la vaca que el que le agarra la pata. Tenemos lo que tenemos por qué lo hemos permitido, no busquemos culpables en algo de lo cual culpables hemos sido. Pero no siempre en la vida de nuestra república tiene que ser así, el poder de cambiar las cosas siempre ha estado en tus manos mi estimado hermano Mexicano (para aquellos que lo sean) y por demás apreciado lector.
Recientemente se inició un movimiento ideológico en el cual participo, el mismo que aunque muchos quieran restarle importancia, minimizarlo o simplemente burlarse de él, por los colores que representa (aunque su matiz ideológica sea universal), no va a sucumbir ante las denostaciones y mucho menos claudicar. Porque los que en él participamos, entendemos que la unión hace la fuerza y que aunque hasta paguen por silenciar a muchos, no podrán callar a la voz de justicia y libertad que todos los involucrados traemos dentro.
Recordando lo que un gran mexicano que en su momento vio injusticia y decidió hacer algo al respecto dijo, el hijo prodigo de Anenecuilco, Morelos, el gran Emiliano Zapata:
“Prefiero morir de pie, que vivir siempre arrodillado”
Y para que les quede un poco más claro a los incrédulos, hoy y siempre,
¡Que viva México cabrones!
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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