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¡Estamos como estamos, porque somos como somos!

Por: Jorge Alonso Infante El Día Domingo 03 de Julio del 2016 a las 22:14

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Caso TELCEL Victoria, el perfecto ejemplo de nuestro estancamiento social.

De nueva cuenta pasé por las instalaciones de TELCEL Victoria ubicado en el 8 Allende y Abasolo aquí en la capital y quisiera decir que me sorprendí pero tristemente es una escena que he visto decenas de veces sino es que cada vez que paso por allí. Increíblemente 4 vehículos estacionados en plena banqueta los cuales obligaban hasta los peatones a bajarse a la muy transitada calle 8 y sortear su integridad entre carros a alta velocidad. Ya en varias ocasiones fui testigo de diversos accidentes allí e inclusive en alguna ocasión estuve a punto de ser atropellado por lo mismo. En aquella ocasión me quejé severamente con el gerente y después entregué un escrito exponiendo mi caso y solicitando pudieran hacer algo para remediar la carencia de un servicio fundamental por parte de una empresa que atiende a miles de usuarios.  Hice lo propio ante las autoridades municipales correspondientes y hasta  a la PROFECO fui, la cual curiosamente se ubica a una cuadra de allí. Y nada, simplemente nada pasó.

Me di a la tarea de investigar por qué nadie hacía nada y me di cuenta que la empresa lleva años sobornando a las autoridades antes mencionadas y eso lo constaté por trabajadores de la misma empresa y por agentes de tránsito, amigos míos, quienes se sinceraron y admitieron que era una práctica común. Lo increíble es que todo ese tiempo han tenido la oportunidad de ampliar el espacio de estacionamiento con un terreno contiguo que se les ha ofertado pero por ahorrarse unos pesos prefieren poner  en peligro la vida de ciudadanos y más patético aun, sus consumidores.

En alguna ocasión le pregunté a un gerente a quien me encontré fuera de oficina, ¿que si no les daba vergüenza siendo una empresa de las más redituables a nivel nacional, el que tuvieran ese tipo de prácticas deleznables y que pusieran en riesgo la vida de las personas por ahorrarse unos pesos? Y en confianza me confesó que era algo que hasta los mismos trabajadores habían expuesto a sus jefes de la oficina regional de Monterrey Nuevo León y que no solo nunca se hizo nada al respecto sino que eran ellos mismos los que giraban instrucciones para continuar con los sobornos. “Mientras se pueda seguir así, así le vamos a dar” dijo que fue lo que le respondieron.

Ahora, lo interesante del caso no es solo la poca vergüenza y la falta visible de una ética laboral y profesional entre todos los involucrados sino la actitud y participación de los mismos ciudadanos que terminan siendo partícipes, engrosando el de por sí  el ya retacado descaro.

“Viva México, viva nuestro México” diría  con un tono de gran sarcasmo y tristeza ante estos casos mi querido padre.

Digo, porque los carros no se estacionan en las banquetas solos y si uno les cuestiona su actitud (conductores), dicen que es culpa de la empresa por no dar un mejor servicio. Si el caminar más cuadras les puede mucho a la gente, pues quéjense, hagan algo al respecto, obliguen a la empresa a brindar un servicio ya no más cómodo y necesario, sino justo, en lugar de terminar siendo participes de este círculo vicioso y ser ustedes también quienes ponen en riesgo la vida de sus conciudadanos.  Prefieren hacer eso y mentar madres afuera del edificio, que unirse todos y exigir a una de las empresas de uno de los hombres más ricos del planeta que dignifique sus políticas y/o malas costumbres y que de una vez por todas brinden el servicio que desde que se instalaron debieron de haber brindado, siendo una empresa que sabían iban a atender a miles de clientes.

Imagínense una Soriana o Gran’ D con la mitad del estacionamiento que actualmente tienen, ¡que caos sería!! Por eso existen parámetros regulatorios para ese tipo de casos a los cuales obviamente unos se pasan por el arco del triunfo en complicidad con todos los corruptos sin vergüenzas de las oficinas que deberían velar por nuestros intereses.

De mi parte les doy mi palabra que en estos días iré a todas las oficinas correspondientes, a no solo dejarles una copia de esta columna sino a meter un escrito petitorio como un ciudadano interesado en que se respeten las leyes y alguien que sueña y sabe que mi hermoso país puede y debe estar en mejores condiciones.

Mis hermanos, no seamos nosotros los que ayudemos a que estas prácticas continúen, ya dejemos de ser el país del “pues así son las cosas”  para pasar a ser una nación más digna y pulcra para beneficio de todos.

Jorge Alonso Infante Alarcón  

Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.

Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)   

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