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Sección: Deportes / Fútbol

El futbol brasileño comenzó a mostrar su fuerza dese sus inicios

El Torneo Sudamericano de 1919, disputado en la antigua capital de la nación, fue el arranque de una etapa que sirvió para mostrar la fuerza adquirida en pocos años por el hoy centenario futbol brasileño

08/05/2014 | Actualizada a las 10:34h
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Río de Janeiro,(Notimex).- El Torneo Sudamericano de 1919, disputado en la antigua capital de la nación, fue el arranque de una etapa que sirvió para mostrar la fuerza adquirida en pocos años por el hoy centenario futbol brasileño.

El hecho resulta relevante por haber sido el primer título ganado por una selección nacional que, oficialmente, estrenaba un sencillo uniforme blanco, sustituido por el que diseñó el aficionado de Río Grande do Sul, Aldir García, después del luctuoso episodio mundialista de 1950, cuando Brasil perdió la gran final de ese año frente a Uruguay.

A ello se suma la actitud delirante de una afición, que en el antiguo estadio del barrio de Laranjeiras, sede del Fluminense, enseñó su gusto irremediable por un deporte que sería alimento anímico y espiritual imprescindible para ella durante los años por venir, como se ha visto a lo largo de casi un siglo.

Brasil hizo una campaña óptima: venció 6-0 a Chile, 3-0 a Argentina, y empató 2-2 con Uruguay, y según el reglamento, en este último encuentro el gol de la victoria salió en una segunda prórroga después de 153 maratónicos minutos de juego.

A lo largo de ese encuentro que parecía interminable e indefinible, el héroe fue el germano brasileño Artur Friedenreich, luego de culminar una brillante jugada elaborada por Manoel Nunes, apodado “Maneco” o “Neco”.

Ambos fueron los primeros ídolos de la fanaticada, quienes –además de los defensas, los medio campistas y los grandes porteros-, encantaron a un país, pasando a formar parte del elenco de los mejores futbolistas brasileños en las primeras décadas del siglo anterior.

A decir de Renato Silveira, responsable del área de estadísticas de la Confederación Brasileña de Futbol (CBF), Friedenreich fue un “monstruo sagrado”: “Era un moreno claro de ojos verdes, de padre alemán y madre brasileña quien, de acuerdo con nuestros registros, habría marcado mil 329 goles, superando por amplio margen los mil 283 goles de ‘Pelé’ hasta su retiro en 1977”.

Esto arroja un promedio de un gol por semana durante los dilatados 26 años de la carrera de “Fried” –así decían los aficionados- como un centro delantero de estilo fino, hábil y ofensivo, de disparos precisos y oportunismo envidiable.

Defendió a los extintos equipos Mackenzie, Germania y Paulistano de Sao Paulo y al Flamengo de Río de Janeiro; pero fue portando el uniforme nacional que conoció los mejores momentos de su vida como futbolista, cuando, en 1914, jugó de titular en el primer partido oficial de la selección contra el Exeter de Inglaterra, derrotado 2-0 por Brasil.

Ahí mostró su ferocidad, que incluyó la pérdida de la dentadura en una disputa violenta contra la defensiva británica, característica que no decayó y que, en 1919, le valió el apodo de “El Tigre” por el gol de la victoria que dio a Brasil su primer cetro sudamericano.

Friedenreich conquistó siete campeonatos paulistas, cuatro nacionales –acompañados de once cetros de goleo-, dos sudamericanos, 17 internacionales, y lo mejor, según Renato Silveira, no haber fallado nunca un tiro desde el manchón penal.

“Perdíamos 2-0 el juego de 1919 en el estadio de Laranjeiras contra Uruguay; pero a los 43 minutos del primer lapso marqué el primer gol, y el segundo casi al acabar el encuentro, para ir al desempate en tiempo extra”, recuerda “Neco” Nunes en “Memoria de los Campeonatos Sudamericanos”, editada por la CBF.

“Neco” reapareció y elaboró una jugada que culminó con un golazo de Friedenreich que, históricamente, significó el primer título internacional de la selección brasileña, gracias a que Nunes era burlador, empeñoso y creativo en la conclusión de todas las tareas que se autoimpuso.

Conquistó ocho campeonatos con el Corinthians, convertido además en su anotador número uno: en 1914 con doce goles y en 1920 con 24 y, lo que más admiraba la “torcida” paulista, era su deseo de jugar, más por entrega y pasión que por dinero, igual que Joao “Preguinho” Coelho, otro de los ídolos de aquellos años, primer anotador mundialista por Brasil en 1930.

Pasó toda su vida futbolística en el “Timao”, como se conoce popularmente al Corinthians, rechazando una y otra vez los contratos que le ofreció en blanco el Fluminense carioca, cuyas reiteradas propuestas fueron resistidas por “Neco”, único jugador con una escultura colocada en el parque paulista de Sao Jorge.

Con “El Tigre” Friedenreich unos pasos delante de él, un medio izquierdo natural como Manoel Nunes supo honrar la buena fama que empezaba a tener el cuadro nacional, al ser convocado en 17 juegos intenacionales, en los que hizo diez goles que, no obstante el tiempo transcurrido, son recordados con gratitud, como corresponde a futbolistas de su linaje.

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