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Sección: Editoriales / Opinión Económica

Fin de la calma y ciencia del cambio climático

Por: Jorge Lera Mejía 24/09/2013 | Actualizada a las 09:55h
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A raíz de los dos fenómenos meteorológicos (Ingrid y Manuel) presentados la semana pasada en las costas del Golfo y el Pacífico, nos volvemos a preguntar qué papel están jugando los gobernantes del mundo, principalmente de las economías desarrolladas y más contaminantes.

En México de acuerdo a datos del SMN (Servicio Meteorológico Nacional), desde hace más de 50 años no se presentaban dos huracanes en el mismo tiempo en ambas costas del país. Ahora en septiembre se presentan trayendo desgracias no por la fuerza de sus vientos, sino por la enorme cantidad de agua que en tres días arrojó en las 2/3 partes de México.

Históricamente no se habían registrado en México tantas  lluvias y tan extendidas en todo el territorio nacional, con niveles que están cerca de superar un récord que se había alcanzado en 1955. Estas permitieron desgracias en 24 estados de los 32 de México. De tal forma que ayer el presidente de México, Enrique Peña Nieto, pidió a los gobernadores evaluar pronto los daños, para hacer un ajuste al Presupuesto de Egresos 2014 y destinar más recursos a la reconstrucción.

El mandatario mexicano dijo en Sinaloa que, "de manera preliminar", se puede anticipar que los recursos con los que cuenta el Fondo de Desastres Naturales (Fonden) serán insuficientes, por lo que debe hacerse pronto la evaluación de daños, a fin de modificar el Presupuesto que será planteado ante los legisladores.

Por eso debemos rescatar aquí el concepto de la “economía del cambio climático”, para tratar de demostrar que es urgente, no andar analizando presupuestos para mal atender los daños causados por los huracanes, no habrá presupuestos suficientes para recuperar las vidas humanas y los bienes particulares de cada una de las familias pobres que son las verdaderamente afectadas.

La evidencia científica en estos momentos es abrumadora: el cambio climático constituye una grave amenaza global, y exige una respuesta global urgente. El cambio climático ya está afectando los elementos básicos de la vida de personas de todas partes del mundo el acceso al agua, la producción de alimentos, la sanidad, y el medio ambiente. Cientos de millones de personas ya están sufriendo hambre, escasez de agua e inundaciones costeras a medida que se calienta el planeta, en México y en todo el Mundo.

De acuerdo a datos proporcionados por la SEMARNAT, La capa más baja de la atmósfera, conocida como troposfera, contiene a los gases que son responsables en gran parte de la temperatura del planeta, y por lo tanto, de crear condiciones aptas para la vida.

El efecto invernadero se presenta al existir una atmósfera capaz de absorber radiación infrarroja por medio de gases tales como el bióxido de carbono (CO2), el vapor de agua, el ozono (O3), el óxido nitroso (N2O), el metano (CH4) y los cloroflurocarbonos (CFCs). Las concentraciones de estos gases en la atmósfera son tan pequeñas que se conocen como gases traza.

La Tierra intercepta radiación básicamente visible, proveniente del sol, que penetra hasta la superficie. La superficie se calienta y a su vez emite radiación de onda larga que es absorbida por los gases de invernadero de la atmósfera, produciendo el calentamiento de ésta (Figura 1). Este proceso es el responsable de que la temperatura de la superficie de la Tierra sea aproximadamente 14ºC más alta de lo que sería si no se produjera este fenómeno. (Fuente: http://www.inecc.gob.mx/cpcc-ciencia).

Del aumento en las concentraciones atmosféricas de gases de invernadero se pueden esperar aumentos en la temperatura al haber mayor absorción de radiación infrarroja. Este fenómeno da lugar al Cambio Climático Global.

Se ha detectado que las concentraciones de CO2 se incrementan año con año. Se estima que este aumento se debe principalmente a las emisiones producidas por la quema de combustibles fósiles, que no se equilibran con los sumideros de CO2 (fotosíntesis en la vegetación). Es decir, se emiten del orden de 6000 millones de toneladas de carbono por año (una tonelada de C (carbono) equivale a 3,666 toneladas de CO2), de las cuales alrededor de 3000 millones permanecen y se acumulan en la atmósfera

El análisis cuidadoso registros históricos (a partir de 1860) de temperatura y precipitación muestra que a finales del siglo XIX empezó a verificarse un aumento de temperatura tanto en el hemisferio norte como en el hemisferio sur, coincidiendo con el aumento de las concentraciones atmosféricas de CO2. Este aumento de temperatura alcanzó un máximo al final de los años 30. En las décadas siguientes la temperatura global descendió ligeramente hasta finales de los setentas para después continuar su tendencia ascendente.

Los datos del clima mundial de los últimos dos decenios indican que la temperatura del aire de la superficie terrestre ha superado los valores máximos de 1930. Esta oleada de calor se extendió en los hemisferios septentrional y meridional y ha resultado en un aumento de la temperatura media global de aproximadamente 0.5ºC desde mediados del siglo pasado.

Utilizando los resultados de modelos económicos anteriores, el Informe estima que si no actuamos, los costes globales y los riesgos del cambio climático equivaldrán a la pérdida de al menos un 5% del PIB global anual, ahora y siempre. Teniendo en cuenta una mayor diversidad de riesgos e impactos, las estimaciones de los daños podrían alcanzar un 20% o más del PIB.

Por contra, los costes de acciones pertinentes - reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero para evitar los peores impactos del cambio climático – pueden limitarse a alrededor de un 1% del PIB global anual.

Las inversiones que se hagan en los próximos 10 a 20 años tendrán profundos efectos en el clima durante la segunda mitad de este siglo y en el siguiente. Lo que hagamos ahora y a lo largo de las próximas décadas podría plantear riesgos de grandes alteraciones en la actividad económica y social, a un nivel similar a los riesgos asociados con las grandes guerras y la depresión económica de la primera mitad del siglo XX. Y será difícil o imposible invertir estos cambios.

Así que la toma de prontas y enérgicas medidas está claramente justificada. Dado que el cambio climático es un problema global, la respuesta ante el mismo debe ser internacional.

Debe basarse en una visión compartida de los objetivos y en acuerdos sobre marcos que aceleren las acciones a lo largo de la próxima década; y debe inspirarse en enfoques que se refuercen mutuamente a nivel nacional, regional e internacional.

Si no se toman medidas para reducir las emisiones, la concentración de emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera podría alcanzar el doble de su nivel preindustrial tan pronto como el año 2035, comprometiéndonos prácticamente con un aumento medio global de temperatura de más de 2º C.

A más largo plazo, habría más de un 50% de probabilidades de que el aumento de temperatura superara los 5º C. Un aumento de esta índole sería extremadamente peligroso; equivale al cambio producido en las temperaturas medias desde la última edad del hielo hasta hoy. Un cambio tan radical en la geografía física del mundo tiene que dar lugar a importantes cambios en la geografía humana - dónde viven las personas y cómo viven su vida.

Jorge Alfredo Lera Mejía

Tampiqueño, Economista (ITAM), LAE, Maestro en Economía y Doctor en Administración Pública (UAT). Asociado del INAP, Subsecretario del Exterior de la Federación del Colegio Nacional de Economistas y Vicepresidente zona noreste de la LER. Inicia su carrera en 1977 y ha desempeñado diversos cargos en la Administración Pública Federal, en Michoacán y en Tamaulipas. Catedrático en la UNAM, ITAM, ULSA y actualmente profesor-investigador por la UAT e Instructor de la Auditoría Superior de la Federación.
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