Por: Jorge Lera Mejía02/04/2013 | Actualizada a las 23:10h
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En
notas editoriales anteriores, comentaba sobre la velada pretensión que se
cocina entre el nuevo gobierno y el PRI, para eliminar la exención del IVA en
alimentos y medicinas, así como aceptar inversiones privadas en Pemex. Es
fecha desde la pasada Asamblea del PRI, que no se aclaran suficientemente dichas
pretensiones al modificarse los estatutos del PRI, con los consabidos candados
“incómodos” al respecto. Lo
real es que el PRI ya no se opone a la aplicación del IVA en alimentos en
alimentos y medicinas y a prohibir inversiones privadas “nacionales y
extranjeras” en Pemex. Recordando
que a principios de marzo de este año, se eliminó el numeral 154 del Programa
de Acción del PRI, la única mención al IVA que había en los 438 numerales del
documento, la cual rezaba: “El PRI defiende la economía popular y no aceptará
la aplicación del IVA en alimentos y medicinas”. A
excepción del discurso dictado por el presidente Peña Nieto, en la pasada
ceremonia de aniversario de la Expropiación Petrolera, donde afirmara que su
gobierno no pretende privatizar a la empresa petrolera Pemex y que no aumentará
el IVA, los discursos de diputados y senadores del PRI no aclaran este tema. Lo
más preocupante, es leer las expresiones del dirigente del PRI, cuando comenta
que el IVA en alimentos y medicinas solo beneficia a los más ricos del país,
creyendo que nos convenceremos que dicha medida no afectaría a los 50 millones
de pobres y 20 millones de pobres extremos. La
argumentación manejada que el IVA cero los que más se benefician son los ricos,
mientras que con el aumento del impuesto a los alimentos a los ricos poco les
afecta un incremento de ese tipo que si golpeará a aquellos con presupuestos
recortados y limitados, que son la mayoría de la población. La
actual sociedad es más suspicaz, debido a que se acostumbró a que siempre
existen movimientos encubiertos. La gente está convencida que viene un aumento
generalizado en los impuestos (IVA, ISR, IEPS). Por los hechos registrados
desde diciembre de 2012, está claro que tarde o temprano incrementarán el IVA a
medicinas y alimentos. Sin
embargo no obstante algunos comentarios realizados por el presidente Peña
Nieto, en relación a ajustes al “régimen de Consolidación Fiscal” de los
grandes consorcios, no hay nada que indique que se terminará el régimen de
privilegio que ha afectado a la hacienda pública. Vale
la pena resaltar que es aquí donde realmente el gobierno podría recuperarse en
sus atribuladas finanzas públicas, dado que cálculos conservadores estiman un
ingreso cercano a los 400 mil millones de pesos anuales, los que ahora no se
registran ante los privilegios fiscales que detentan los empresarios más ricos
de México. Así
desde el año de 1982, cuando se aprobaron las reformas al régimen de Consolidación
Fiscal de la Ley del Impuesto sobre la Renta (ISR), por las cuales se autorizó
a los grupos de empresas consolidadas a diferir ilimitadamente el pago de
impuestos. El
resultado ha sido que durante los últimos 30 años los grandes consorcios
nacionales y extranjeros prácticamente no pagaron impuestos. Pero estamos
hablando de los dueños de México. Los conocidos como los grupos de interés o la
nomenklatura. La
Hacienda Pública Distributiva implementada por Vicente Fox en el año 2002, les
otorgó más prebendas a estos grupos, en la nueva Ley del ISR, aprobada en enero
de ese año, se disminuyó la carga fiscal de las grandes empresas al 30%; se
quitó el pago del 5% por dividendos obtenidos en la Bolsa de Valores. Se
les permitió deducir el total de sus inversiones; se les exoneró de pagar la
participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas; y, se les
autorizó a deducir de impuestos “Las cuotas pagadas por los patrones al
Instituto Mexicano del Seguro Social, incluso cuando éstas sean a cargo de los
trabajadores. En
cuanto a la pretendida “reforma energética”, aun estando la mayoría de acuerdo
que inversiones privadas en sectores específicos ayudan a la modernización de
Pemex, como lo realizaron el Brasil con Petrobras. Sin
embargo no se nos explica claramente si al aceptar estas inversiones, se hará
con el detrimento de la actual “renta petrolera”, que es en realidad lo que
hace atractivas dichas inversiones para los empresarios. Los
anteriores estatutos del PRI marcaban en el numeral 302 que “De manera
complementaria, rechazamos cualquier procedimiento que pretenda de manera
subrepticia ceder la planeación y operación de las actividades propias de Pemex,
el control de su mercado y el usufructo de la renta petrolera”. Compartir
la renta petrolera, las ganancias de Pemex, con el capital privado no sólo
reduciría los ingresos y el gasto público, sino que estrechará más aún las
posibilidades de inversión de la empresa. Sin duda que el gobierno continúa al
pie de la letra las políticas dictadas desde el “consenso de Washington”. Finalmente,
se continúa cargando el mayor peso de la recaudación fiscal sobre los llamados
“causantes cautivos”, por la parte de las pequeñas y medianas empresas (pymes),
que suman más de tres millones de empresas. Las
pymes no pueden acceder al régimen de consolidación fiscal, las personas
físicas y los asalariados, es decir, sobre los casi 38 millones de causantes
que en conjunto generan el 39.3% del PIB y aportan el 58.2% del gasto público. Habrá
que escuchas las opiniones de los expertos fiscales de México, esto es a los
grupos de contadores públicos y de economistas que se especializan en estos
temas. Habrá que abrir un debate nacional sobre los cambios al IVA y a las
inversiones en Pemex. Estamos a tiempo de
defender lo que nos queda a México de empresas públicas nacionales y de
defender la economía de los más pobres del país. Estamos a tiempo de no
permitir otra venta de garaje como la realizada hace unos años con Telmex,
Ferocarriles, entre otras empresas.
Jorge Alfredo Lera Mejía
Tampiqueño, Economista (ITAM), LAE, Maestro en Economía y Doctor en Administración Pública (UAT). Asociado del INAP, Subsecretario del Exterior de la Federación del Colegio Nacional de Economistas y Vicepresidente zona noreste de la LER. Inicia su carrera en 1977 y ha desempeñado diversos cargos en la Administración Pública Federal, en Michoacán y en Tamaulipas. Catedrático en la UNAM, ITAM, ULSA y actualmente profesor-investigador por la UAT e Instructor de la Auditoría Superior de la Federación.
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