Durante años el Gobierno Federal se ha rehusado a concentrar en sus prisiones de máxima seguridad a todos...
Por: Juan Sánchez-Mendoza05/04/2010 | Actualizada a las 22:43h
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El Gobierno Federal evita concentrar a sus
propios reos
Y son precisamente los que causan problemas
penales
Eugenio no rehúye responsabilidad, pero
solicita ayuda
Garza Narváez haría bien en proyectar la
reforma penal
Durante años el
Gobierno Federal se ha rehusado a concentrar en sus prisiones de máxima
seguridad a todos los convictos procesados y/o sentenciados por su comisión delictiva
contra la salud –aun cuando es responsabilidad de la Federación ocuparse de
este tipo de reos--, y eso es, precisamente, lo que más provoca fragilidad en
los penales estatales que, se supone, fueron creados para encerrar únicamente a
culpables de ilícitos del fuero común.
La fragilidad que
refiero, notoriamente es ilustrada con las fugas de internos que en todo el
país se han registrado en al menos los dos últimos años, pues los evadidos en
su inmensa mayoría han sido (y son) transgresores de la ley federal, como bien
lo confirman las estadísticas que obran en manos de la Secretaría de Seguridad
Pública (federal, por supuesto), la Procuraduría General de la República (PGR),
el Poder Judicial de la Federación y, hasta eso, en la Comisión Nacional de
Derechos Humanos (CNDH) e instituciones universitarias del extranjero, así como
en las investigaciones de los especialistas más serios en la materia que
prestan sus servicios aquí en México y el señor de Los Pinos tanto soslaya.
Y es que la
reclusión de quienes suelen cometer delitos contra la salud conlleva otras
prácticas malsanas en la administración carcelaria, como son la corrupción
–aquí van implícitos el cohecho y peculado--, el autogobierno penitenciario, la
permanencia de armas de fuego dentro de las prisiones; la comunicación de los
internos con el exterior; prebendas de otro tipo –consumo bebidas alcohólicas y
drogas, por ejemplo, igual que las relaciones maritales en todo momento con
gente ajena al sistema carcelario--, y, lo peor, la falta de convicción entre
autoridades, celadores, empleados administrativos y cuerpos de seguridad, para
garantizar que los llamados centros de readaptación social resulten
impenetrables y en verdad cumplan con su función social. Dos casos
distintos La fuga de 41 reos
del penal de Matamoros y la evasión de 13 convictos en una prisión de Reynosa,
en tan sólo diez días, guardan similitudes entre sí –cierto--, pero también son
diferentes, pues en el primer caso hubo personal carcelario involucrado en el
escape –incluso a los co-responsables ya se les dictó auto de formal prisión--,
mientras en el más reciente hubo resistencia al embate criminal –con
intercambio de disparos de armas de fuego--, pero al final de cuentas el
comando “rescatista” pudo más que los “defensores de la plaza”.
Por eso y más,
los dos acontecimientos no pueden medirse con el mismo rasero, ya que en uno la
corrupción fue su esencia y en el otro se actuó apegado a la función pública.
Así lo reconoció,
ayer, el gobernador Eugenio Hernández Flores, quien abordó el tema para dejar
en claro que:
“Hemos
sufrido lamentablemente dos fugas masivas, si podemos llamarle de esa manera,
lo cual ha llevado algunas detenciones e investigaciones y, en ese sentido,
hemos pedido al Gobierno Federal su apoyo, ya que gran parte de los reos que
están purgando castigos en los penales de Tamaulipas son del fuero federal,
reos peligrosos, relacionados con el crimen organizado, y éste está mermando
nuestra capacidad de vigilancia.
“Nos rebasa ese
hecho, por lo que he platicado con el secretario de Seguridad Pública –obvio,
el federal--, para solicitarle apoyo temporal, en varios penales del estado,
para salir adelante en esta situación inédita.
“En ese sentido
esperamos una respuesta pronta de parte del Gobierno Federal, y de esa manera
poder dar más garantías a la ciudadanía en cuanto al cuidado de los reos
federales.
“Tenemos más de
mil 700 reos del fuero federal, reos que son peligrosos, reos que están en
resguardo, pero sin embargo el estado (de Tamaulipas) no tiene la capacidad
para proteger alguna fuga por parte de ellos.
“Por eso hemos
solicitado el apoyo del Gobierno Federal para poder garantizar que van a estar
a buen resguardo esos reos y que no va a haber otra fuga masiva”. Mandatario
prudente Aun cuando la
razón le asiste, el gobernador Eugenio Hernández Flores evitó culpar a la
Federación de la violencia que en las cárceles de Tamaulipas provocan los
convictos del orden federal, pero sí dejó en claro que él, como todos sus
gobernados, demandamos que la fuerza armada de Felipe Calderón Hinojosa asista
a nuestra entidad para evitar más fugas derivadas de la corrupción y/o del
poderío armamentista que tiene la delincuencia organizada.
Lo más sano sería
que la Secretaría (federal) de Seguridad Pública trasladara a quienes
cometieron y cometen delitos contra la salud a las cárceles de máxima seguridad
–por ser atribución suya--, pero sin voluntad para ello, no queda más que
solicitar ayuda.
En fin, luego
analizaremos a fondo la crisis que vive el sistema penitenciario nacional, pues
el espacio es corto y el tema incesante. Código Penal En su inmediato
período ordinario de sesiones de ejercicio constitucional, el Congreso local
por fin podría atender una demanda prioritaria del pueblo tamaulipeco, si los
diputados de la LX Legislatura decidieran dar paso a la discusión de reformas
al Código Penal.
De esta forma se
acataría uno de los reclamos más urgentes de la sociedad en su conjunto, pues
el castigo a la delincuencia se ha convertido en una prioridad ante la creciente
inseguridad pública.
Con las
modificaciones jurídicas, la nueva reglamentación podría facultar a los jueces
a utilizar criterios propios para evaluar las circunstancias en que fueron
cometidos los delitos, y, al mismo tiempo, determinar la peligrosidad de los
responsables para que éstos no muy fácilmente ganaran nuevamente la calle para
volver delinquir.
La esperada
reforma es urgente, también, porque hay que detener la ola criminal que se
extiende por los 43 municipios del estado; y porque no hay rincón de la
geografía estatal carente de hampones.
Antes de la
actual situación de inseguridad pública, en Tamaulipas se generaba un delito
cada hora, pero hoy ese índice se ha incrementado a tal grado que hasta la
cuenta ya se perdió.
¿Y cómo estarán
las cosas que algunos gobiernos municipales ya buscan implementar, junto con la
ciudadanía, modelos de defensa para hacerle frente a la criminalidad
generalizada? Incluso existe,
como usted bien lo sabe, una ley (federal) de uso de armas de fuego para la
autodefensa, a la que empiezan a recurrir nuestros conciudadanos ante la
impotencia de los cuerpos policiacos que han perdido el respeto y control sobre
el hampa, por lo que en algunos rincones de Tamaulipas empieza a considerarse
como la salida más práctica al problema.
Aunado a ello, en
una malentendida defensa de los derechos humanos, diversas organizaciones no
gubernamentales han logrado que consumados delincuentes, poco después de ser
encarcelados, alcancen nuevamente su liberación para seguir trasgrediendo la ley,
agredir y causar daño y dolor a sus semejantes.
De ahí la
importancia de reformar el Código Penal.
Y de ahí,
también, la razón para que haya mayor rigidez en el otorgamiento de beneficios
penales, pues estos sólo deben brindársele a quienes muestren ausencia o nula
criminalidad.
Así creo que lo
entiende mi amigo Felipe Garza Narváez, por lo que estoy seguro que en su
calidad de líder de los diputados priístas habrá de apresurar el estudio del
problema y proponer, ante comisiones y el pleno legislativo, la inminente
adecuación del Código Penal. Se hace camino al
andar *** ¡Vaya
incongruencia del mentado “Javo”! *** Antes de
Semana Santa, dijo él que Tamaulipas registraría la mayor afluencia turística
de su historia, pero ayer admitió que el flujo de vacacionistas no habría
llegado a un millón de paseantes, con tal desparpajo que la impresión me dio e
que considera que el pueblo no tiene memoria.
*** Sirva este
ejemplo para entender que no es bueno combinar los vicios con otros placeres de
la vida.
*** Otro
secretario del gabinete gubernamental que a duras penas sabe de lo que habla en
la mayoría de las veces, es Víctor Manuel de León Orti, pues mientras miles de
productores agropecuarios están alarmados por la pérdida de semovientes y
cosechas, él publicita la mejora de la genética equina, que tanto ha
beneficiado al racho de sus mayores: “El Roble”. Em@il: jusam_gg@hotmail.com golpeagolpe@prodigy.net.mx
Juan Sánchez Mendoza
Ha ejercido el periodismo durante más de tres décadas, alcanzado premios estatales en dos ocasiones; autor del libro "68. Tiempo de hablar"(que refiere pormenores del memorable movimiento estudiantil); autor de ensayos literarios; y reportero de investigación de tiempo completo, acá en territorio nacional y más allá de nuestras fronteras y del continente americano.
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