Encuestas, ¿demoscopia o demagogia?
Cada vez es más común ver la utilización de las encuestas como parte del ámbito político. En esta administración federal encabezada por el presidente López Obrador, ha sido notorio el uso de este mecanismo de consulta popular. Tanto en cuestiones pertinentes a decisiones gubernamentales y sin duda en lo de los procesos internos de MORENA.
Tan así que en los próximos comicios dentro del Movimiento de Regeneración Nacional será utilizado este método para la elección de sus candidatos, desde el que los representará para la elección de la presidencia y de ahí para abajo. No es la primera vez que sucede como también no será la primera vez que esto vaya a generar controversia en varios casos, ya verán.
Cuando bien se usa este método es de mucha utilidad para efectos del discernimiento democrático y toma de decisiones, pero cuando no, es una herramienta que solo busca incidir para cierta causa previamente estipulada y pagada. En otras palabras, cuando existe un arreglo previo económico se compran los resultados y termina siendo una farsa desde un inicio.
Aun cuando aseguren que la metodología utilizada fue objetiva e imparcial, la realidad es otra. Los que las llevan a cabo saben cómo hacerle para que éstas sean manipulables. Y habrá que decir que existen de encuestadoras a encuestadoras, unas consolidadas y otras solo hechas con el fin de lucrar en lugar de bien informar.
De hecho hay casos en verdad de hilaridad o pena ajena, como lo quieran ver. Estimados lectores, no es que uno lo diga, ustedes que son un sector poblacional acostumbrados a leer y por ende estar más informados, no me dejarán mentir. Se topa uno con cada encuesta de resultados tan ajenos a la realidad que dan en verdad vergüenza o mucha risa.
Esto no es nada ilegal, inmoral quizá, inverosímil muchas veces, pero cada quien termina decidiendo lo que hace así como otros lo que consumen. La mejor encuesta es la genuina opinión de la gente, aunque habrá que comentar también que siguen utilizándose mucho porque algunas logran incidir en la decisión de las personas, para bien o para mal.
Por ejemplo, algunos les gusta continuamente pagar para salir arriba en las encuestas para generar una sensación de que las cosas están bien y en lo electoral para desanimar a muchos a no participar. ¿A que me refiero?, a que pretenden dar a entender que una “x” contienda ya está ganada y por un buen margen y así intentan desalentar a muchos y/o hacerles creer que no será de mucha utilidad su participación. Cuando muchos de estos probablemente no iban a votar de un inicio por esa opción que aparentemente va muy arriba.
Otro ejemplo, cuando a “y” gobernante se le quiere ayudar a salir bien, pues buscan los sectores poblacionales donde más arraigo tenga este y concentran la mayor parte de la batería de las encuestas ahí, en contraparte de los demás sectores donde el resultado puede ser más impredecible y mucho menos las aplican en aquellos en donde se sabe que su popularidad es muy baja.
En el ámbito político se sabe que tanto gobiernos, así como partidos políticos mandan hacer encuestas muy ecuánimes, esto con toda la intención de tener una radiografía de lo más auténtica que se pueda y curiosamente la mayoría de estas encuestas nunca salen a la luz pública. Ya que aunque su intención es saber quién (persona, partido, etc.) está mejor posicionado, no siempre termina incidiendo esto a la hora de tomar decisiones.
Ósea, no siempre él o la más popular gana, es más, muchas veces estas las usan para saber a quién es al que tendrían que ir minando o intentando descarrilar por su ventaja sobre los demás. Cada quien sabe para qué efecto y con qué efecto las puede llegar a usar.
Anteriormente me he referido a las encuestas (en caso de aquellas visiblemente manipuladas) como trajes a la medida, quien la paga obtiene su traje a la medida según sea su gusto. Personajes aborrecidos pueden aparecer como los más populares y a personajes muy queridos pueden ponerlos como si nadie les tuviera consideración.
Se agradece por ello aquellas encuestas serias, ecuánimes, con la firme intención de verdaderamente hacer un estudio de percepción demográfico vía un genuino consenso entre la población. Y en el caso de aquellas que hasta casi, casi pueden llegar a poner al diablo como el ente más pulcro que ha existido, pues bueno, ya sabrá cada quién.
Mientras exista clientela que las compre y personas que les crean, esto seguirá viéndose en muchos lados. Demoscopia o fruto de la demagogia, usted tiene la mejor decisión.
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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