Chinicuiles, alimento que se extingue junto con el maguey
Pachuca de Soto, Hgo. - La disminución del maguey en México está provocando la desaparición de los chinicuiles, nombre que viene del náhuatl chilocuilin, que significa gusano de chile (Comadia redtenbacheri), del mezote del maguey, advirtieron aquí campesinos de la región dedicados a su recolección.
En un día como hoy -10 de septiembre- es conocido como la fecha en que “salen“ los chinicuiles, en medio del estruendoso sonido de los relámpagos, bajo una pertinaz lluvia, y es en ese momento que se les recoge uno a uno y se dejan caer en un recipiente.
Antes “se juntaba hasta medio litro en esa tarde, pero cada vez son menos porque ya no hay maguey y es precisamente en esta temporada cuando, personas que saben, arrancan el maguey y lo dejan secar”, cuentan verdaderos señores que aman la tierra y sus frutos, los tlachiqueros de Tlapacoya, para quienes, el maguey es la razón de ser de esta vida.
Antonio Hernández, Ismael “Isma”, Felipe Hernández “La Olla” y Luis Aguilar, quien se les une en esta búsqueda, nativos de esta comunidad a unos 10 minutos de la capital del estado; Pachuca, expresaron que cuando dieron sus primeros pasos, los encaminaron rumbo a los magueyes. Ahí conocieron los chinicuiles, que se convierten en una mariposa pequeña y nocturna.
Los chinicuiles son unas orugas de color rojo y llegan a medir hasta 5 centímetros de largo, se reproducen, nacen y viven dentro del mezote o raíz del maguey y es durante la temporada de lluvias de julio a octubre, cuando deciden salir de sus nidos.
Como el pulque, los chinicuiles, entre nuestros antepasados aztecas, eran consumidos solamente por la jerarquía mexica.
Fray Bernardino de Sahagún, escribió; “…comían unas hormigas aludas con chiltécpitl. Comían también unas langostas que se llaman chapolin chichiahua; quiere decir “cazuela de unas langostas”, y es muy sabrosa comida. Comían también unos gusanos que se llaman meocuilti chitecpin mollo; quiere decir “gusanos que son de maguey y con chiltecpinmolli”.
Estos señores de Tlapacoya, ya conocen y saben que un maguey con chinicuiles, además de ser pequeño, tiene un característico color rojillo entre sus pencas, lo miran y comienzan a moverlo, a veces con las manos o apoyados con alguna barreta, con cuidado sacan el maguey y comienzan a sacar los gusanos.
“Mira está como granada”, indican, en alusión a que este maguey tiene mucho chinicuil. Terminada la extracción, colocan; “sientan”, nuevamente el maguey en la tierra para que siga creciendo. Las personas depredadoras de esta planta, no saben y sacan cualquier maguey y ya no lo “sientan”, lo dejan que se seque, por eso se acaba el maguey, enfatizaron.
Ya con una buena cantidad de chinicuiles, se pueden comer vivos, procurando molerlos totalmente con los dientes, pues hay riesgo de que “te rollan la panza”, aseguran. Se llevan al comal para ser medianamente asados o al molcajete, para hacer junto con cebolla, ajo y si acaso tomate verde, una salsa picosa, aderezada con pulque.
Justo es que cuando se acabe la salsa, se llena el molcajete con la bebida de los dioses y cada uno de los invitados al “enchilón” tome, aunque en esta época de pandemia del Covid-19, esto no debe hacerse, recomiendan.
De unos años a la fecha se han considerado como un manjar, lo que eleva su precio en restaurantes de lujo, actualmente un litro de chinicuiles “criollos”, es decir sacados del mezote del maguey ronda hasta los mil 500 pesos.
Aseguran que hay “criaderos”, pero lo que caracteriza al chinicuil “criollo”, es su olor, un tanto agradable, pero muy penetrante.
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