Como balde de agua fría ha caído en la comunidad artística la noticia de que la política cultural del nuevo gobierno de Tamaulipas será manejada desde una secretaría que se llamará de bienestar social, donde estarán deporte, derechos humanos, cultura y programas sociales.

El asombro es porque todos apostábamos a que al fin se tendría en nuestro estado una secretaría de cultura, como marca la tendencia nacional y a la que cada vez más estados se van sumando. Pero además por el tamaño de la infraestructura con la que se cuenta y su enorme cantidad de servicios, muy superior a la de deportes, incluso a la de pesca.

Sin embargo, de concretarse la creación de la secretaría de bienestar social, quedará claro que la cultura como acción política, no será prioritaria para el nuevo gobierno o por lo menos, no en el nivel que se necesita en un estado tan complejo como el nuestro, dónde, como ya señalé, la infraestructura cultural es muy grande y su administración requiere un presupuesto propio; centros culturales, teatros, casa de cultura, bibliotecas y museos demandan especial atención. Por lo pronto tendremos que esperar, al parecer la pesca si merece un espacio prioritario para que dejemos de comprar filete de tilapia coreano en los supermercados.

Además, poco se puede esperar de una comunidad artística que se volcó a buscar el lugar preferente en la campaña de Baltazar, donde pleitos y grillas entre camarillas que aspiraban a un puesto en cultura hicieron ver a este sector social como un sector del PRI más proclive a la alienación política que a la crítica independiente. Así las propuesta y proyectos, lejos de fortalecer a los artistas como críticos e independientes, se concentraron en las manos baltazarinas como deseos de disfrutar algo de las mieles del rutinario poder priista en la gubernatura.

Se descuidó entonces las propuestas hacia otros candidatos vistos con desdén y que aún después del triunfo panista, nadie intentó por indagar sus propuestas en materia de cultura; mismas que figuraban como pálidos ensayos redactados por promotores culturales primerizos.

Ahora difícilmente la comunidad artística podrá levantarse como un sector independiente capaz de demandar un espacio de privilegio para la cultura, difícilmente podrá impulsar con fuerza las demandas que privilegien el desarrollo cultural, resulta casi imposible que tenga el peso para influir en las decisiones del gobernador y de su congreso.

Solo queda aspirar a que le den jerarquía de subsecretaría a un superinstituto que tenía funciones de secretaría, lugar que le han regateado los gobiernos en Tamaulipas. Porque todos, hasta el día de hoy, asumen que la promoción y el fortalecimiento de la cultura no es prioritaria para el desarrollo, pero si indispensable para el ornato.

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